Dar cera, pulir cera

Hola, ¿qué tal? Aquí tu disco funk rayado favorito. ¿Sabes aquello que pone al final de todos los patrones de ‘sumerge la prenda en agua templada y bloquea según las medidas propuestas’? ¿Sabes a qué me refiero? Sí, sí. La parte esa que te saltas tan alegremente. Esa.

Titi, yo soy como el pepito grillo de la mala conciencia de las tejedoras. Tú y yo lo sabemos. Pero, permíteme exponer mis argumentos porque hoy mi grillismo viene con un twist. Estoy segura de que podré convencerte de que lo que te vengo a contar hoy tiene su qué. ¿Sumergir la prenda en agua templada al terminar de tejer?  OK. ¿Meterle el hidrogenesse al agua? Pues no tanto.

Hoy vengo a romper una lanza a favor de los jabones especiales para lana. Vaya por delante que hasta ahora mi apreciación por estos jabones era regulera. Algunos me parecían (siguen pareciéndome, de hecho) absurdamente caros. Otros me huelen a perfume chungo. ¿Para qué usar un jabón especial? ¿De veras está justificado? Creo que parte de mis dudas, las alimenta el marketing con el que se me presentan este tipo de ‘soaks’ sin aclarado. Aparte de que huelen bien y son muy lujosillos, ¿para qué sirven?


No planches los jerseys, que se quedan tiesos.

No planches los jerseys, que se quedan tiesos.



Titi, hay pocas cosas que me gusten más en esta vida que CAMBIAR DE OPINIÓN. Mi idea sobre los jabones para lana cambió el año pasado cuando se me acabó el litro de Eucalan y tuve que bloquear una prenda sólo en agua. Algo no cuadraba. Los puntos quedaban raros.

Justo por aquel entonces estaba preparando las cajas solidarias que saqué el año pasado. En la cajita iba un jabón artesanal que nos fabricó Irina de Jägäla Cosmetics especialmente para lavar prendas tejidas. Se me ocurrió preguntarle. Irina que sabe MUCHO sobre jabones, me leyó la cartilla. Pues claro que los jabones marcaban la diferencia. Pues claro que no eran sólo para ‘oler bien’. “¡El jabón para lana es especialmente humectante!”, me soltó. Titi. HUMECTANTE. ¿Cómo te has quedado?

Cuando sumerges una prenda tejida sólo en agua, el agua únicamente empapa la parte superficial de tu lana. Se moja, pero nada más. En cambio el detergente que contienen estos jabones especiales es un agente humectante - o lo que es lo mismo ‘un agente que sirve para humedecer’.  Básicamente, los tensioactivos del detergente permiten que el agua se adhiera mejor a lana- el tejido está MÁS MOJADO. 

Eso significa que la lana con la que has tejido tu prenda es más flexible, ya que la fibra, al estar más mojada, es más maleable. Realmente va a coger la forma que quieras darle. Todos los puntos van a colocarse en formación para quedar lo más planos posibles. La lana está más relajada y los puntos se asientan en el espacio que le has dejado al tejer. 

No es muy distinto de lo que ocurre con el pelo: Imagínate lavártelo sólo con agua, sin champú, acondicionador o mascarilla. El pelo está mojado, pero es mucho más áspero y te va a costar mucho, mucho más ‘marcarlo’ y darle forma (aparte de que si lo lavas con agua sin champú estaría sucio, cerdi.)

Justo esta semana he acabado de tejer la versión de manga corta del Laura Light (el coral) así que le toca bañito. Se me ha ocurrido hacer un experimento. Voy a utilizar un par de muestras que tengo por aquí para comparar. Están tejidas con el mismo hilo (que sea lana!) y la misma aguja. Uno lo sumergiré en agua y el otro en lana con jabón especial. A ver qué pasa. Sigan atentos a sus pantallas.

Y ya que estamos, dime: ¿Tienes algún favorito? Anda, déjame un comentario con tu jabón prefe y preparo un Top 10 con vuestras respuestas.

 
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