El cabello lo es todo, Jonathan.

Era el año 1993. PC se sentaba frente a mí en sexto. Tenía tres hermanas mayores y se notaba. Llevaba mochilas de neón Mistral, camisas azul claro de Ralph Lauren encima de camisetas de tirantes blancas y los viejos Levi's de su hermana. Recuerdo mirar flipando la bandera roja en el bolsillo trasero de sus vaqueros.

De vuelta a casa, me miraba en el espejo, y mis pantalones de pana marrón, de repente me parecían horribles, como si estuviera cubriendo mis piernas con un par de sacos de patatas.

PC no solo tenía la ropa más chula. También medía unos 30 cm más que yo y tenía la piel perfecta. Y lo que es más importante, tenía el cabello muy liso y brillante y lo acostumbraba a llevar recogido en una cola de caballo alta, y de vez en cuando, suelto sobre sus hombros, sin un solo pelillo fuera de lugar. (¡Para que conste, PC era una chica bastante agradable! ¡Me caía genial!).

Mi pelo no era ni brillante, ni fino, ni lacio, ni nada. Mi cabello era un gran desastre deshidratado que nunca estaba donde debía. Traté de peinarlo, apretarlo y recortarlo. Nunca hacía lo que le pedía que hiciera. Algo que se me recordaba normalmente tanto en casa como fuera de ella.

Ser de clase trabajadora en una escuela de monjas muy estirada en una ciudad pequeña pero pija no es ninguna broma. Lo digo en serio. ¡Puede hacer maravillas con tu autoestima! La destruye maravillosamente, vamos. La mía nunca se recuperó del todo.

Sin embargo, pasó el tiempo y eso hizo que las cosas fueran un poco más fáciles de soportar. Descubrí a Morrissey, Virginia Woolf y la próspera escena musical independiente de los primeros años 2000 y comencé a encontrar mi lugar en el mundo. La confianza creció.

Con el paso de los años, comencé a entender mi cuerpo y a vestirme para él. Entonces, fui un paso más allá y comencé a entender que no tenía que vestirme según mi cuerpo sino a mi gusto. Es un proceso, pero lo estoy disfrutando a fondo.

Tejer ha ayudado mucho en esto. ¡Seguro que a ti también te ha ayudado!. Ha sido liberador, divertido, hilarante y el mejor refuerzo para mi auto-estima. He logrado sentirme cada día más feliz y más linda. Lenta pero constantemente, todo ha mejorado.

Bueno. No todo.

Todo ha ido bien excepto por un pequeño remanente del pasado: mi cabello.

He sido ese tipo de mujer que, a pesar de ser habladora, sociable y una profesional razonablemente exitosa, siempre, siempre, siempre se siente inapropiadamente "terminada". Una mujer cuyo cabello se erizaba bajo circunstancias de estrés y sudor, dejándola totalmente insegura acerca de su apariencia cuando sentía que necesitaba lucir lo mejor posible. Una mujer que entiende la icónica cita "El cabello lo es todo" de Fleabag A FONDO.

He llevado mi plancha a todos los festivales de música, giras y eventos de tejido a los que he asistido. Me he hecho costosos tratamientos de queratina, he probado todos los modernos y nuevos tratamientos de alisado de peluquería conocidos por la humanidad y he gastado demasiado dinero en productos que nunca funcionaban.

Nótese el uso del pasado.

Esta he sido yo.

Más concretamente, yo hasta hace 2 meses.

Cambio

Déjame decirte cómo todo comenzó a cambiar. (Pero, por favor, ten en cuenta que todo esto es un proceso y que todavía estoy navegando este nuevo yo.)

Aquí llega el punto de inflexión.

La revelación se produjo durante los días del retiro con Laura en un albergue rural en pleno Parque Natural de Somiedo, en una zona remota de Asturias.

Me desperté de buena mañana sintiéndome relajada y feliz. Disfruté de un delicioso desayuno con mis amigas tejedoras y procedí a prepararme para el día. Todas estaban listos para comenzar una caminata corta por el campo, pero yo no. Tuve que correr escaleras arriba: ¡necesitaba 'arreglarme' el pelo!

Mientras alisaba mi frágil cabellera en nuestro baño compartido, me di cuenta de que algo no estaba del todo bien. Pensé en todas las mujeres hermosas y seguras de sí mismas que me esperaban abajo. Miré mi querida plancha GHD y las diminutas gotas de sudor de mi frente. Me miré en el espejo y me di cuenta de que no me veía tan bien. Todo el tema este era un poco ridículo. Me dije a mí misma que había llegado el momento. Ya era suficiente.

El lunes volví a Barcelona. Pedí cieta en la pelu ​para el miércoles y les pedí que me cortaran el pelo para que quedara bien rizado.

Y ya está.

Mi cabello se riza de manera natural -se necesita muy poco producto. Mientras escribo esto, te puedo decir que está lidiando perfectamente con la famosa humedad de Barcelona. Mi pelo está, por primera vez desde que nací, haciéndome la vida infinitamente más fácil.

Muchas mujeres te contarán una historia similar sobre su cabello. No es ninguna broma. Pensé en compartir la mía aquí, en caso de que te sientas motivado a compartir la historia de tu cabello conmigo. Entiendo las muchas implicaciones culturales, nacionales y de identidad que este tema tiene para muchas personas. Me encantaría escuchar lo que tienes que decir sobre esto.

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